Un
atardecer dorado, luego de un largo peregrinar, Iwao Toguchi llegó a las
puertas del legendario santuario de Tosshogu Nikko. Cruzó el torii de
piedra y se bañó en la sombra de los altos árboles, mientras horadaba el sendero
principal. El sol caía muerto y oxidado de cansancio en las catacumbas de la
noche y una grulla profería su último canto en el árbol más alto. “Hoy toca
descansar” se dijo a sí mismo Iwao. “Mañana tocará la prueba”. Comió un
condumio que traía consigo y se echó a dormir en un cuarto de la Pagoda
principal.
Pasó
la noche y dio lugar al mismo sol mil veces naciente. Iwao se levantó sin prisa.
Se lavó los ojos en el agua fría de la fuente y meditó en ante el gran Buda.
Era el gran día por el cual tanto peregrino entre estepas y junglas de bambú. Limpió
el templo de hojarascas en ofrenda al Buda. Descansó un poco y se dirigió al antiguo
almacén. Allí habría de encontrarlos.
Allí
estaban los tres, tallados en antigua madera. Mizaru (見猿), Kikazaru
(聞か猿), Iwazaru (言わ猿)
los tres pequeños y peludos, el que no oye, el que no ve y el que calla. Los
tres legendarios macacos que irradian su hermoso mensaje de sabiduría en
oriente y occidente. Años allí, siempre iguales, siempre con el mismo gesto.
Iwao Toguchi se arrodilló ante ellos y
lloró largo rato. En ese momento, ante los tres macacos, hizo todo lo contrario.
Escuchó su voz interior, los miró con genuino odio y con genuina voz de guerra
les dijo: “A ver si son tan paz y amor,
monos del orto”.
Abrió su morral, sacó un único plátano tallado de
la misma madera en que estaban tallados los monos y lo revoleó a lo más alto de
un árbol del templo. Inmediatamente , los tres sabios monitos quebrantaron su imperturbabilidad. Gritaron
entre sí, miraron con desbordadad codicia el único plátano y se gritaron cosas que eran de
monos pero no de sabios.
Los monos pelearon entre sí hasta matarse. El plátano nunca fue comido y la sabiduría se quedó con tres referentes menos.
Iwao
Toguchi recogió la banana de madera entre los restos despedazados de los monos
y volvió a su casa.