jueves, 29 de febrero de 2024

LOS TRES MONOS

 

Un atardecer dorado, luego de un largo peregrinar, Iwao Toguchi llegó a las puertas del legendario santuario de Tosshogu Nikko. Cruzó el torii de piedra y se bañó en la sombra de los altos árboles, mientras horadaba el sendero principal. El sol caía muerto y oxidado de cansancio en las catacumbas de la noche y una grulla profería su último canto en el árbol más alto. “Hoy toca descansar” se dijo a sí mismo Iwao. “Mañana tocará la prueba”. Comió un condumio que traía consigo y se echó a dormir en un cuarto de la Pagoda principal.

Pasó la noche y dio lugar al mismo sol mil veces naciente. Iwao se levantó sin prisa. Se lavó los ojos en el agua fría de la fuente y meditó en ante el gran Buda. Era el gran día por el cual tanto peregrino entre estepas y junglas de bambú. Limpió el templo de hojarascas en ofrenda al Buda. Descansó un poco y se dirigió al antiguo almacén. Allí habría de encontrarlos.

Allí estaban los tres, tallados en antigua madera. Mizaru (見猿), Kikazaru (聞か猿), Iwazaru (言わ猿) los tres pequeños y peludos, el que no oye, el que no ve y el que calla. Los tres legendarios macacos que irradian su hermoso mensaje de sabiduría en oriente y occidente. Años allí, siempre iguales, siempre con el mismo gesto. Iwao Toguchi  se arrodilló ante ellos y lloró largo rato. En ese momento, ante los tres macacos, hizo todo lo contrario. Escuchó su voz interior, los miró con genuino odio y con genuina voz de guerra les dijo:  “A ver si son tan paz y amor, monos del orto”.

Abrió su morral, sacó un único plátano tallado de la misma madera en que estaban tallados los monos y lo revoleó a lo más alto de un árbol del templo.  Inmediatamente , los tres sabios monitos quebrantaron su imperturbabilidad. Gritaron entre sí, miraron con  desbordadad codicia el único plátano y se gritaron cosas que eran de monos pero no de sabios.

Los monos pelearon entre sí hasta matarse. El plátano nunca fue comido y la sabiduría se quedó con tres referentes menos.

Iwao Toguchi recogió la banana de madera entre los restos despedazados de los monos y volvió a su casa.