jueves, 8 de abril de 2021

UN JARDÍN CONFORME

 No importa si leíste o no el Quijote. Ojalá que si. Y si no, no importa. Sancho Panza metía refranes por todos lados en sus monólogos y no le importaba mucho si esas sentencias aplicaban al caso. A mí me gustan los refranes para meter el embrague y poner primera hacia un texto incierto. Hoy me viene bien ese que dice que la culpa no es del chancho sino que es de quien le da de comer. Pero para meter segunda necesito reformarlo y decir “La culpa no es de la suculenta sino de quien le da de regar” y para meter tercera necesito hacer un esfuerzo semántico más y retorcer lo retorcido y decir “La culpa no es de la suculenta sino de quien no necesita regarla”. Puse cuarta, la cosa agarra ritno pero para llegar a la quinta necesito una retorcida más y decir “La culpa no es de la suculenta sino de quien colecciona suculentas para no calentarse demasiado en mantenerlas por que no necesitan mucha manutención que digamos” Y acá vamos a ciento veinte por colectora.


De repente los cada vez minúsculos departamentos y balcones se han poblado de pequeñas macetas coloridas que contienen plantas de hojas carnosas y cactáceas varias con cartelitos que arengan que si vibrás alto y sonreís, todo estará bien. Cada microcosmos se ha convertido en una puna artificial a veces trastocada por alguna sansiviera o uno que otro ficus siempreverde.


Quien suscribe no ha estado exento del encanto de las suculentas y no solo a poseerlas para agrado estético sino también para reflexionar sobre tu auge el cual no es ajeno a estos tiempos líquidos donde la consigna “no hay futuro” conquista nueva fama y adquiere, una ominosa ontología.


Hoy los jardines millennials se embellecen de plantas que requieren de sus amos un compromiso reducido a su mínima expresión. Que no se marchitan si no se riegan, que no reniegan del excesivo sol ni de los duros fríos, que están ahí, transcurriendo hasta que se acuerden de ellas en algún momento.


Por eso se ama a estas plantas, por que no exigen casi nada de nosotros y nos alivia no tener que andar cumpliendo demasiadas exigencias que quiten el único momento de la individualidad. Es hermoso tener un jardín que no nos pida tener que remarla demasiado con cuidados que quitan el sueño.


No creo que alguien puede jactarse de un jardín hecho con plantas que son felices con nuestra indiferente compromiso.