lunes, 31 de mayo de 2021

DIALOGOS DE COVIDIA Y GAMALEYO

 

Buenos días Don Gamaleyo


- Buenos días doña Covidia. Hermoso día ¿No?


- Para qué negarlo mi buen amigo.


- No hay que negar lo evidente Doña Covidia. El sol sale todos los días y nos regala su mejor luz y ese calor bienhechor que justifica toda la vida en este mundo. Y sólo por eso ya sonrío aún cuando mi sonrisa sea tapada por un barbijo. Y qué bueno que usted también sonría ante la simpleza de un días más en este mismo momento.. ¿Y su barbijo?


- Sonrío, y ves mi sonrisa porque no pienso someterme a la maldita mentira global de la pandemia. El coronavirus sólo existe en tu mente colonizada de estupideces y vas a morir infectado de los gérmenes que vas alojando en este barbijo del Conicet que usás para tapar tu linda sonrisa.


- Pero qué dice Doña Covidia. ¡Póngase el barbijo por favor-! Ya está grande, le van a poner una multa los de control urbano. Somos grupos de riesgo.


- El único grupo de riesgo es esa manada de imbéciles que le creen a la OMS y a los gobiernos centrales. El único vampiro que creó el coronavirus son los chinos que van a absorber nuestra energía vital con vacunas que venderán con algoritmos de manipulación global y convertirnos en cyborgs a sus órdenes. Por eso compré pan de centeno en la panadería. El centeno tiene propiedades alotrópicas que transmutan las energías 5G en frecuencias de onda larga que no rebotan en la atmósfera y van en línea recta a otras galaxias donde pierdes efectividad. Pero si ud consume esos pan pitufo todos los días no se salvará si se vacuna.


- Lo único que le va a dar el consumo regular de pan de centeno es una visita sumamente regular al inodoro. Pero está muriendo gente doña Covidia. En breve me iré a vacunar y estaré más tranquilo.


- Pero yo no estaré tranquila nunca charlando con un cyborg a la salida de la pandería NUNCA!!


Doña Covidia sacó desesperadamente el kilo de pan de centeno y comenzó a comerlo con fruición delante de Don Gamaleyo quien intentó desesperadamente de convencerla que no era necesario, pero solo encontró tarascones de una mujer alienada, quien siguió comiendo pan hasta que se atoró con la puntita dura de uno de los panes. Llamaron al 911 y posteriormente murió arriba de la ambulancia. No consiguió cama en ningún hospital.