domingo, 17 de septiembre de 2023

EL CUADRADO MAGICO

 

EL CUADRADO MAGICO

El barrio de Abasto es un cuadrado. Sus límites se encuentran bien definidos en el catastro municipal.  

Al norte limita con el centro rosarino, un círculo del infierno que el Dante no contabilizó en su Divina Comedia. Una hoguera de vanidades, bocinas y almas ahogadas en la desesperación.

Al sur limita con el barrio Hospitales. No se sabe si a partir de allí empieza el sur profundo de la ciudad, o si el sur profundo es un poco más allá. Pero siempre hay más sur para cualquier sur.

Hacia el oeste limita con el Parque Independencia, esa jungla en decadencia, un pulmón citadino con sus alvéolos cada vez más deteriorados donde la gente busca echar raíces con los pies descalzos una tarde cualquiera.

El límite del Este es complejo Desde hace añares y por motivos olvidados la gente de los barrios de Abasto y de República de la Sexta viven en una tensa guerra fría. Calle San Martín es un polvorín. En las viejas casas aún hay antiguos vecinos pertrechados con bayonetas en las terrazas y, bien disimuladas, subsisten viejas casamatas de hormigón que almacenan pólvora y cartuchos de dinamita porque en cualquier momento estalla todo.

Pero veamos lo de adentro.

Si tenemos la dicha de morar en sus vericuetos el barrio se explicará en el día a día mostrándonos una magia que está privada a los corazones de los ocasionales transeúntes que pisan sus baldosas.

A poco de vivir entre sus manzanas podrá advertirse que el tiempo fluye como cuando se vierte la masa de una torta en un molde. En el ejido todo transcurre en cámara lenta. Las ansiedades, las locuras y los apuros de todos se calman de tal manera que cada vecino puede tomar los propios y los ajenos amorosamente sanarlos en una charla en la vereda cebando mates eternos.

Cualquier vecino del Abasto puede revivir sus anteriores presentes. Siempre pueden volver al primer baile del Club Buen Orden, al primer beso en la Plaza Libertad, o a la vigesimosegunda desilusión amorosa en antiguo Cine Sol de Mayo. Es común verlos meditando como budas sentados en la vereda viviendo otra vez aquellos presentes todas las veces que deseen.

Abasto tiene sus atardeceres y sus lunas llenas patentadas. Fuera de los límites habrá otros atardeceres, otras lunas llenas, pero que no son las mismas. Discernir tal distingo lleva tiempo, quizás toda una vida viviendo aquí, o mudarse para siempre a otro barrio. Juan Manuel, el poeta del barrio intento dijo sobre la luna:

La luna pertenece a

los barrios donde se posa.

Aquí, la luna del Abasto.

Una luna china y fumona

que con rasposa resaca

aguarda un amanecer

de despedida y de tumba.”

En horas tempranas, la gente barriendo la vereda son los verdaderos dueños del mundo. Al alba, entre barrida y barrida, el vecindario más antiguo, en consejo de escobas, deciden una guerra en los Balcanes, eligen los números del quini seis o ejecutan el presupuesto nacional. Quizás estas líneas hayan sido decididas ayer, a las seis y cuarto de la mañana entre dos vecinas de Pasco y Sarmiento juntando flores de fresno a los primeros rayos del sol y otros tres vecinos de Ocampo y Dorrego hayan decidido que estés leyendo estos secretos. Mañana, no lo sé, podré contarte otros y tú leerlos.

 

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