Creo que la libertad más
dulce para un hombre en la tierra consiste en poder vivir, si lo desea, sin
tener que trabajar.” Salvador Dalí
He visto gente trabajadora a la que obligaron a
jubilarse y se murió. He conocido otra gente que trabajaba para tapar sus infortunios
no sanados. Supe de gente que amaba su trabajo porque su labor era parte de su
felicidad. Otros tantos he visto que trabajaban, ora por amor al dinero, ora
por trepar a una palmera buscando el fruto del poder.
Los habitantes de la isla de utopía debían
dedicar al trabajo sólo seis horas. Sacadas las ocho horas de descanso, el habitante
usaba sus horas restantes para lo que le plazca, un tiempo de ocio que, sin caer
en la holgazanería o voluptuosidad podían dedicarlas al cultivo de la contemplación
o el aprendizaje variopinto.
Nosotros, nunca habitantes de la isla de utopía,
conmemoramos el día del trabajador mediante el ocio. Es feo decir celebrar
porque en Chicago, años ha, hubo mártires que parieron este día.
Descreo ese dicho que dice que el trabajo
dignifica al hombre. Esa frase tenía algún sentido antes del capitalismo,
cuanto en lugar de trabajo existían oficios. Si creo, en cambio que el oficio
dignifica al hombre. El oficio lleva implícita
la idea del trabajo, pero no al revés.
Un oficio es trabajo, pero también es arte,
ciencia y conocimiento. Tal es el caso del Trenzador de Güiraldes: “Núñez trenzó, como hizo música Bach, pintura Goya,
versos el Dante”
En la Biblia el trabajo es un castigo por haber
contravenido órdenes divinas de no comer cierto fruto “Ganarás el pan con el
sudor de tu frente”. A lo mejor dios morigeró la condena al permitir un oficio,
creo, pienso.
En algún momento la conformación de la economía
necesitó otra forma de hacer las cosas y dejó de necesitar de los oficios y sus
artesanos. Fue necesario separar el trabajo del oficio y desde allí el trabajo
pasó a ser sólo trabajo, una actividad sin alma, sin dignidad, pura repetición,
pura monotonía a cambio de un salario.
En ese contexto aún subsistía la dignidad de
ganar el pan y llevarlo a la mesa, pero a costa de la dignidad humana, salarios
paupérrimos, interminables jornadas laborales y ningún derecho extra. Por otra
parte, gente que no transpiraba y cada día acumulaba oro flotando en el sudor
de los otros.
Desde allí se sabe, revoluciones obreras,
nuevos sistemas políticos y alianzas obreras buscando la dignidad y los
derechos arrebatados. De allí quedó este día ganado que celebramos con ocio.
Cuando los trabajos vuelvan a ser oficios
habremos obtenido la dignidad perdida con el sabor de lo recuperado
Ese día podremos vivir, si lo deseamos, sin
trabajar.
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