Pero por favor...
No me imponga su posicionamiento en determinada materia si todo su accionar se limita a unos meros clics delante de una computadora. No me venga a instaurar compromisos e ideologías o proyectos si todo lo suyo se limita a un "me gusta" o un "compartir" a "marcar como favorito" o a "retwitear". No me venga a hablar de las venas abiertas de América latina sino camina ni siquiera su propio barrio o si lee a Bakunin o Rosa Luxemburgo a la vera de la pileta tomando tereré.
No me hable del barro si no metió las manos en el barro. No me hable de sangre si se desmaya al verla brotar.
No puedo estar de acuerdo con Ud, pero menos lo voy a estar si predica una postura que solo ejerce a través de una red social con su culo aplastado en la reposera debajo del aire acondicionado. Al menos no puedo estar de acuerdo con Ud porque no puedo respetar una militancia tan pasiva y tan pajera.
Vaya mi respeto a todos los que se meten en las villas, en los barrios, los que se unen con la gente, que se mezclan entre ellos, que comen de su mismo plato, los que se mueven y andan bajo el sol y bajo la lluvia. Bravo por ellos, que militan, ejercen piensan y defienden su lugar desde un lugar, el lugar que les da la experiencia vivida. Que no solo leen libros sino que los aplican, los que van al terreno, a las primeras filas, los que no se quedan en el mero texto teórico ni en las grandes nubes de pedo de los teoretas de turno que pretenden quebrar paradigmas desde un atril. No señor, los cambios no se producen ahí, los cambios surgen en la tierra concreta y caliente, donde a más de uno se les frunce el culo de solo pensar en ir.
A esa gente, aunque no comparta el lugar desde donde hablan, la admiro, por que no se quedan en las palabras y van a los hechos y quiero ser como ellos.
He decidido que el día que vuelva a hablar de ciertas cosas, será porque tengo cicatrices de esas cosas en mi ser.
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