martes, 10 de mayo de 2011

PERSONAJES NEFASTOS - EL PREGUNTON DE ÚLTIMO MOMENTO

Salvo honradas excepciones, el cursado universitario es un bodrio áulico que adquiere corporescencia gaseosa a través de los bostezos proferidos por los alumnos y a veces, también por los docentes mismos cansados de repetir lecciones a zombies fisurados. Las horas no pasan nunca y la única explicación válida por la cual un estudiante se somete a tedio semejante se resume en esperar a que pasen la lista de asistencia para dar el presente y así adquirir la regularidad en la materia. Seamos sinceros, es lo único que nos importa y lo único que justifica quitar preciosas horas a actividades más productivas o placenteras. Los relojes parecen detenerse mientras las palabras vuelan de teoría en teoría en boca del profesor y son cazadas por algunos bolígrafos que se agitan nerviosamente en las manos de algunos alumnos un poco más aplicados - solo un poco más - no obstante es unánime el ruego mudo en esas caras cansadas de que todo termine cuanto antes. Todos, aunque no lo decimos, esperamos que el profesor diga la señal profética un "bueno" o un "dejamos acá" o "seguimos la clase que viene". Antes de la segunda sílaba las tapas de las carpetas se dan vuelta y los útiles comienzan a ser guardados. El siguiente paso es tomar lista de asistencia y, finalmente, irse. Pero es en el medio del primer momento y del otro cuando aparece el nefasto de ocasión con sus dudas inoportunas que uno ignora por qué puta razón no la dice luego de clases. Y el infeliz lanza su duda, el profesor se interesa y le responde con un desarrollo de tres o cuatro minutos YA DESPUÉS DE FINALIZADA LA HORA mientras el resto se impacienta, pierde la compostura y la idea del holocausto intempestivo arrecia en los sesos calientes de los torturados estudiantes. Terminado el desarrollo, el preguntón, ante la respuesta, acuciado por más dudas, vuelve a lanzar otra pregunta que detiene al docente en su intento de querer tomar lista. El docente se apasiona y contesta la pregunta demorando esta vez unos cinco minutos más. A esa altura, tanto nivel de criminalidad en potencia se somatiza en murmullos, charloteos y refunfuños notorios y evidentes por parte de los estudiantes no preguntones y el rumor va in crescendo hasta que el docente y el alumno ejecutan un díalogo mucho en medio del bullicio, esta es, quizás, una estrategia en la cual el docente, sabiendo que el tsunami de sangre llegará pronto si ello vuelve a ocurrir, contesta someramente al diabólico cuestionante y se apresura a tomar lista, en ese momento el silencio vuelve y a medida que dan el presente se van yendo por la puerta y sólo quedan adentro el nefasto curioso y el docente, a esa altura, también podrido de ese sujeto. Dicen algunos que el mayo francés empezó por una cosa de estas...

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