jueves, 15 de julio de 2010

EL ARTICULO 2 DE LA CONSTITUCION NACIONAL ARGENTINA

Luego de los debates que se sucedieron a raíz de la sanción de la ley que permite que personas del mismo sexo puedan contraer matrimonio me cabe preguntar qué sentido tiene que un Estado sostenga económicamente a una religión determinada. En Argentina, el artículo 2º de la Constitución Nacional prescribe que el Gobierno Nacional sostiene a la religión católica apostólica romana. Aclaremos que el "sostener" significa "bancar" y "bancar" es ayudar económicamente. Ergo, el Estado ayuda financieramente al Estado, y no solo con plata, sino también eximiéndolo de todos los impuestos habidos y por haber por serle atribuida a dicha Iglesia el carácter de persona de Derecho Público no estatal a través del artículo 33 del Código Civil.

Para sostener esta preferencia del Estado por una religión en lugar de otras se argumentarán motivos históricos por el rol fundante de la Nación de esta Iglesia según lo hayan interpretado los legisladores de 1853. De mi parte creo que, a esta altura de la historia de la humanidad hay más motivos para quitarles el sostén que para seguir dándoselo.

Entiendo que un Estado no puede sostener a una religión que no sea capaz de sostener la más mínima y respetuosa igualdad de derechos fundándose en interpretaciones anacrónicas de escrituras para ellos sagradas. Las Iglesias, entendidas como comunidades de fieles, y sus escrituras, no son más que construcciones humanas que no provienen de Dios, porque para ellos, simplemente, Dios es una construcción fundada justamente en su Iglesia y sus escrituras que justas configuran un dogma del cual se construye la religión. No hay religión sin dogma, pero es justamente el dogma el que repugna de la idea misma de Dios. Dios, no es susceptible de dogmas porque el sentir a Dios es una experiencia subjetiva que, aunque no parezca, debe huir de los dogmas que las religiones. Por esto creo que el Estado debe garantizar la libertad de cultos y nada más, sin distinción de religiones, sin prevalencias ni detrimentos.

Y yendo concretamente, a la Iglesia Católica Apostólica Romana, a raíz de su anacronismo, de constante negativa a reconocer la naturaleza humana del ser humano, dotado de pasiones, pulsiones y sentimientos, de su constante negativa a entender que el ser humano está dotado para disfrutar del placer sexual como le plazca y no solamente para procrear, una religión que somete a sus ministros a un celibato que, justamente, niega su naturaleza humana, que le impide coger y tener una pareja, que a raíz de esa negativa se generan lamentables casos de pederastía y abuso infantil que con el paso de los años va in crescendo y se hace cada vez más inocultable. Una religión que trata de enfermos a quienes sienten su sexualidad de otra manera o a quienes opinan diferentes respecto de sus dogmas y sus escrituras. Una religión que, directamente, no ama a su prójimo como se ama a sí misma, que no reconoce que los derechos son para todos, que no reconoce que un Estado legisla para todos y no para el grupo de "gente sana y notable de la ciudadanía". Una religión no debe ser sostenida por un Estado, pero mucho menos esta religión de la cual estoy hablando. La Iglesia Católica Apostólica Romana.

2 comentarios:

Claudio Eugenio Sassaroli dijo...

No sólo la República Argentina sostiene una religión oficial, y no sólo la sostiene económicamente, lo cual es más grave. Es grave para el culto mismo tener comercio con el estado porque corre riesgo de institucionalizarse, algo de esto decía Pier Paolo Pasolini es uno de sus artículos, aunque él afirmaba que el estado y su gobierno de turno se valían del culto, no al revés; llegar a confundirse no es infrecuente, y cada cual se ocupa del gobierno del otro, del campo del otro y descuida su dominio al que se consagró.
Para que la iglesia Católica Apostólica Romana vuelva al Cristianismo (repito: vuelva, porque se ha alejado tremendamente) no alcanza con que renuncie al apoyo del estado y a su contaminación (viceversa también) sino que el estado debe soltar a la iglesia.
Ya es preocupante cuando una religión se vuelve oficial, por empezar.
No es sólo una cuestión de puras sumas monetarias: vos sabés que yo pertenecía a otro culto, y sus "favores espirituales" me eran denegados si no abonaba la cuota mensual que pese a ser mínima no era el factor condicional del culto mismo. Por esta iglesia católica "mediocrizada" a través del estado y buscando al estado (y viceversa) no aportaría tampoco mi porcentaje opcional.
Vos proponés eliminar la cláusula del contrato que destina un porcentaje fijo a la iglesia, yo te digo que eso no es suficiente pues se trata sólo de la parte de soporte visible y de comercio evidente, no obstante sería un buen comienzo.
Estuve leyendo algunas teorías graciosas los últimos días sobre el origen de la democracia, escritas por algunos católicos extremistas de mi país que me recordaron el odio de Robespierre por los enemigos de la iglesia, entendidos por enemigos de la revolución y del pueblo ya que la aristocracia y monarquía son adversas por natura a toda religión. Maximilien Robespierre, un estadista que fue capaz de reformar el calendario esperando que el pueblo olvidara los domingos católicos. Interesante, ¿verdad? para meditarlo en frío. Yo paso.

LORD MARIANVS dijo...

Las instituciones religiosas más que acercar a Dios a los hombres, los aleja con sus doctrinas retrógradas y anacrónicas. Creo respeto la idea de cristianismo que poseía San Francisco de Asis, la del amor a los hombres sin medida, el brindarse a los más rechazados sin restricciones. Creo que en esa idea franciscana del cristianismo, de la humildad, del amor al prójimo, a la naturaleza, hermana sol, hermana luna. El cristianismo entendido a través de San Francisco es la idea mas pura de los preceptos de Jesucristo, piedra enorme en el zapato a los papas de aquel entonces y hasta el de hoy, es por eso, creo, que ningún sumo pontífice hasta la fecha, se autodenominó Francisco hasta el día de la fecha, cosa que, para mi es todo un dato.

Volviendo al tema, creo que, en el fondo, y aca me pongo foucaultiano, la relación entre Estado y Religión no es sino una relación de poder como siempre lo fue, el reino terrenal y el poder temporal, al menos, en occidente, la dicotomia de los poderes estuvo siempre planteada, no paso lo mismo en los estados teocraticos donde la religión y el poder del Estado son uno solo, los faraones eran reyes y eran dioses, los emperadores chinos eran hijos del cielo, seres divinos. Pero en occidente, nada que ver. Creo que imperativos, como el cual hablo, no son sino transacciones entre esos dos poderes, donde ambos quedan bien entre ellos mismos y salen ganando ambos, de otra manera, ambos perderían mucho, pero de esto último, no me atrevo a afirmarlo en contexto actual, opino que si hoy en día, un Estado le suelta la mano a la Iglesia Católica, no se perdería de gran cosa más que una elección. No creo que se genere una cruzada ni una guerra por esa causa.