miércoles, 14 de octubre de 2009

UN CUARTO KILO Y DOS PANCITOS + YAPA

Ya empezaba uno demorado por querer saber el nombre de la rosa que, al final era Rosa nomás pero no pantera. Las cinco y un minuto de la tarde. Adso de Melk besa a la muchacha que en la película se salvó del fuego pero que en el libro será quemada.

Uno saca la bici y se percata - aparte de que está demorado - que hay que inflarle las cubiertas. Triste hombre uno, que se percata que los dos infladores están hechos pelota.

Uno termina demorándose un poco más inventando un frankestein de inflador con pedazos de otros dos que, como estaban, no servían ni moco. Y si el frankestein no andaba la bicicleta no caminaba pero el ciclista sí debería hacerlo, a menos que se ponga para el taxi o se demore más esperando el 133. El frankestein inventado saca del apuro y uno sale y va... va pensando que hoy era día de prometidas masas finas so pena de prometida maza en la cabeza.

No pensar....sin desviar, hay un lugar.

Laprida 2400 dijo uno y ahí tenía que ser y no otro. "Que sea de esa panadería". Laprida 2400. Afueras del microcentro. Allí todavía se respira a barrio y no a locura. Un lugar sin carteles, sin anuncios, un lugar más en el barrio. Desde afuera,apenas se divisan las vitrinas ni hay indicio alguno de que allí, efectivamente, allí, hay una panadería. Ningún riesgo de dejar la bicicleta sin candado. Uno entra, ve y suspira. Procesión de harinas y sabores esparcidos por vitrinas y exhibidores. Panes caseros, pancitos de salame, chicharrones, facturas y facturitas, madrileños, brazos de gitano, pastelitos, chipá, bizcochos hojaldrados, materos, dulces, azucarados, panes de miga, sanguchitos de miga sabor queso, mixto, triple y roquefort. Silencio y sabores destellaban en la poca luz de los tubos fluorescentes.

Detrás de la vitrina estaba Doña Colomba - supo uno al irse que así se llamaba - una venerable señora que chorreaba tanada en su acento simpático le dijo al uno:

- ¿Qué necesitas?

- Un cuarto de masas finas - dijo el uno

- ¿Surtidito no?

- Si, si ¿Estos pancitos son caseros? Dijo el uno señalando unos panes muy parecidos a los de hamburguesa pero con aspecto de pan casero.

- Si, son caseritos podés hacer hamburguesas. Son ricos, setenta centavos cada uno.

- Deme dos - dijo el uno y continuó - Siempre veía esta panadería y me decía "Algún día me paso"

- Pero si, vos vení cuando quieras. Tomá, probá que ricas que son, regalo de la casa - Ofreció Colomba acercando una masa de chocolate con un copete de dulce de leche.-

Lamentó el uno el resfrío que impedía saborear de manera acorde tal manjar, pero se relamió placenteramente.

- ¿Estos productos los elaboran ustedes no?

- Si, todo lo hacemos nosotros.

El uno pagó. Doña Colomba puso todo en una bolsita, el cuarto de masas, los dos pancitos y un bizcocho hojaldrado de yapa.-

- Para que pruebes también. Vení cuando quieras - Dijo sonriente doña Colomba.

El uno se iba rumbo al sur arriba de su bicicleta, comiendo el bizcocho mientras las miguitas se extraviaban en el aire, evitando que alguna filosofía envenene el disfrutar de las pequeñas cosas.

3 comentarios:

Ignoto Transversal dijo...

Lord:

esta, si, es una pintura ciudadana/personal con olor y sabor "genuinos"!.

'chás gracia!.

dejo saludo y me tomo el piróscafo.

abrazo.-

Alyxandria Faderland dijo...

pequeño gran escrito de las pequeñas cosas.
Anda mal el rayo azul????

Alyxandria Faderland dijo...

pequeño gran escrito de las pequeñas cosas.
Anda mal el rayo azul????