martes, 20 de octubre de 2009

DE NO SER POR



El lugar desde donde se divisa el espectáculo es un punto sumergido en oprimidas penumbras. De no ser por lo que se ve, no podría tenerse paradero alguno del cielo o del firmamento. Y es por eso que se puede saber que se está en lo alto de un acantilado. Desde allí se ven cientos y cientos de botecitos latentes y chisporroteantes de luces, duplicados en el agua que los sostiene y los mece como una nodriza a un niño. No hay viento alguno que indique que hay algo que se mueve. Está todo tan quieto y hay tanto silencio que nada, absolutamente nada, indicaría que hay tiempo o espacio para el solitario vigía de no ser por esos lejanos botecitos congregados en el manso lecho de agua y sal. De no ser por ellos, uno se olvidaría rápidamente de que tiene ojos que ven y se acostumbraría sumisamente a la noche encorsetada, tan igual y propagada en derredor. De no ser por esa lejana alegría que lo quema, la noche ganaría el corazón del vigía ensimismado.

1 comentarios:

Ignoto Transversal dijo...

Lord:

Che, vos te me estás haciendo poeta o me parece?.

Dejo abrazo.-