martes, 22 de septiembre de 2009

LA VIOLENCIA EN LAS AULAS - UNA ENTREVISTA AL RESPECTO

Hoy queremos poner sobre el tapete para su debate un tema acuciante por si los hay: Los actuales niveles de violencia escolar en los establecimientos educativos de nuestro país. Tema que, no es sino un reflejo de la violencia que acontece extramuros de las escuelas, y ésta, como un microcosmos perteneciente al macrocosmos de nuestra realidad social, capta, refleja y realiza todo aquello que en ella sucede, pero aumentado, dado el espacio de la violencia y quiénes son los autores de la misma, tanto a nivel de autor y víctima, de repartidor y recipiendario, de victimizador y victimario.

A los fines de tratar este tema, hemos decidido entrevistar a una eminencia ilustre de la docencia, ilustre psicopedagoga y renombrada psicóloga perteneciente a la corriente neofreudiana revisionista latinoamericana, la señorita Carola Nina Min, quien a sus cuarenta y ocho años, nos da su perspectiva sobre el tópico:

Periodista: ¿Qué ha llevado al aula a convertirse en un ring de box en lugar de ser el centro neurálgico del conocimiento?

Carola Nina Min - Depende de cómo se lo interprete. Una cosa es el espacio físico de desarrollo del sujeto educable - sustancia maleable de desarrollo potencial - y otra es el espacio moral de pedagogización y desenvolvimiento intracurricular y - por qué no - extracurricular donde se da lo que defino "Las Termópilas del proceso de enseñanza aprendizaje" - siempre tomado desde una perspectiva constructivista, el "estilo dórico" de la enseñanza -, que, por supuesto, trasciende el espacio físico y allí es donde se da el verdadero aprendizaje, que no necesariamente coincide con el escenario áulico que, conforme a nuestras percepciones denominamos "aula". A nivel físico bien puede uno encontrarse con el espacio áulico transformado en un pequeño Luna Park, pero lo importante es el espacio moral de desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje, lo trascendente, es no perder el aula a nivel moral, por más que sea un verdadero campo de batalla.

P - Pero... ¿Puede desarrollarse una clase de esa manera?

CNM - Todo es aprendizaje y de todo puede aprenderse. No es impedimento al desarrollo pleno de las facultades y potencialidades del educando que de vez en cuando haya rencillas entre los alumnos, puestos que estos, a la larga, aprenderán algo de ese quehacer, que, no por violento, deja de ser educativo y educante y no solo para el alumno sino también para el maestro, que también es un alumno. Es importante destacar, que en este juego del "aprender" todos somos alumnos y todos somos maestros, pero más maestros son los niños de sus mismos docentes, puesto que son ellos quienes nos dan la bienvenida a la vida y no al revés. Por lo tanto, ante esas contingencias, el docente sólo debe limitarse a recibir ese dato sensitivo y está obligado a adoptar a la currícula y al programa, los hechos que ante él suceden. De otro modo, estaríamos asumiendo un concepto conductista enciclopedista que repugna con las más modernas teorías pedagógicas que, no por poco aplicadas, están menos en boga.

P - Su postura es novedosa Señorita Nim, pero desde su punto de vista - aunque ya lo adelantó en cierto modo ¿Cuál es el rol que le cabe al docente desde su postura ante los hechos de violencia? ¿Debe imponer su autoridad? ¿Debe poner un límite?

CNM - Desde ya que rechazo de plano los conceptos de "límite" y "autoridad", categorías arcaicas y obsoletas del "deber ser" de la formación educativa que se imparte desde el Estado, puesto que éste no debe ni puede imponer ideales de vida - "imponer" es un concepto brutal y genocida que, por usarlo, así nos fue -. Un docente que impone, se desprestigia como docente y desprestigia también al sujeto directo de la educación, que es el alumno, coartándole su libre albedrío y sus capacidades desarrollativas. El docente, no puede ser ni autoritario, no debe serlo, ergo, no puede imponer límites si realmente quiere educar. Siendo así, ante el evento, el docente debe enseñar en ese contexto, preservando el espacio moral, aunque el espacio físico no acompañe del todo. Ante el hecho que muchos, influenciados por los medios de comunicación, buscan catalogar como "violento" - yo lo defino como "efervescencia juvenil" -, el docente debe preservar siempre el espacio moral. Debe saber enseñar en la adversidad y, repito, adaptar esos acontecimientos a la currícula. Por ello, ante un principio de incendio, puede dar clases de ciencias naturales explicando la transformación de la materia, y los principios que rigen la combustión. Un corte superficial producto de un cuchillito de sacar puntas, puede ser una buena oportunidad para explicar el sistema inmunológico del cuerpo humano. Una riña entre alumnos, puede ser un buen punto de partida para un proyecto interdisciplinar con Educación Física.

P - El rol del docente bajo su postura es un tanto pasivo y sumiso...

CNM - Más bien, es tratar a todos por iguales, nadie aprende si no es en marco pedagógico de igualdad y tolerancia. Es lógico que esta sociedad, acostumbrada a un modelo sarmientino donde el docente adopta esta postura fálica y dominante, no está del todo capacitada para entender estos nuevos esquemas de enseñanza. Pero a nuestro favor, contamos con ricas experiencias en las tribus watusi de África y algunos conglomerados campesinos de Centroamérica. Dichas experiencias duraron pocos meses puesto que las escuelas fueron desguazadas y vendidas por los mismos alumnos, pero estas comprobaciones de la realidad nos alientan a seguir adelante mejorando lo que haya que mejorar y siguiendo errando puesto que el error es el mejor aprendizaje. No se trata de ser sumiso y pasivo, se trata de ser tolerante y dedicado. Un docente que no lo sea, lejos está de sus postulados vocacionales.

P - ¿Cómo ve la actitud de los padres que reaccionan violentamente ante los docentes, cuando los resultados no son favorables a sus hijos?

CNM - Evidentemente algo falla en el aprendizaje, no por que el alumno no haya aprendido, sino por que al alumno se le ha impuesto. Y cuando se impone, el aprendizaje fracasa. Nadie aprende cuando se le pone una pesada carga en sus espaldas y en su cerebro. Y el responsable de esto, no es sino el docente, que entendió mal su rol de formador y desarrollador del ente educable. Bajo este contexto es misión de los padres, en tanto y en cuanto, progenitores del niño, indicar al docente las diversas situaciones que inquietan e incomodan a su hijo, a fin de educarlos como los padres desean que su hijo sea educado, si el docente pretende otra cosa, estaría queriendo suplir el rol que le corresponde a los padres, y, en esos caso, la ofuscación de estos últimos, está justificada. Y si, hay casos de agresión física, pero son aislados y entendibles llegado el caso. Allí, la dirección del establecimiento, deberá tomar cartas en el asunto, separar a los padres y al docente de la gresca, calmar a los padres e iniciar el correpondiente sumario administrativo al docente por incumplimiento de sus funciones educativas.

P - Pero...¿Esto último no es un tanto autoritario siendo que usted no es antiautoritaria?

CNM - Quien no entiende la libertad ni la educación deberá educarse en la falta de la libertad para aprender el verdadero sentido de la libertad. Un docente jamás debiera olvidar eso.

P - Muchas gracias por sus opiniónes.

CNM - A usted...gracias

1 comentarios:

A.- dijo...

juaa
seis años disfrazado de preceptor me llevaron a leer y oír cosas casi casi así.
en general me cagué de risa
pero a veces me embolé mal
pero en general me embolo más con los fachos clásicos, tan en boga todavía en las escuelas secundarias
(y también me burlo más)