martes, 6 de enero de 2009




Vine de lejos a dejar caer en tus piernas
mi cabeza llena de doloridas convicciones
sólo por hoy las dejaré caer, pero apenas,
para que puedan seguir de pie mis ilusiones.

Si hoy me dejo llevar dulcemente por tu rostro,
es para saber qué cara dar en mi ardua lucha,
el gesto que logres dibujarme será el que vea el otro,
sea quien sea, mi batalla no será jamás mucha.

Vine a tu voz para que me armes de paciencia,
cuando toda ciencia no tenga más razón suficiente
que darme para dominar la simple estrategia
de siempre ser éste, quien te ama, adora y siente.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Agradabl eempezar la mañana de esta manera: con este poema y esta imagen.
Gracias.