miércoles, 15 de octubre de 2008

LA POLLERITA

Es verla pasar frente a nuestros ojos, corta, flameante, suspendida en el vacío, cubriendo y no dos simétricos y tersos muslos de vibrante impudor flagrante. Absortos en ese pasar, el que chupaba la bombilla del mate se quema el paladar, pero no se da cuenta, el que ceba se olvida de cebar, pero no se da cuenta, el resto espera en vano su turno para matear, pero no se percatan de que el mate nunca llega a sus manos. Ninguno de nosotros quiere perderse ese pasar sinuoso, entablillado, escocés y muy, pero muy cortito que se menea al compás de una cumbia silenciosa y femenina inscrito en el pentagrama de la sinfonía natural del vaivén urbano. Una ligera y cálida brisa nos infla de adrenalina cuando vemos a la grácil prenda amagar a elevarse por encima de la cinturita de avispa femenil, dejando entrever apenas un poquito nomas, pero más que suficientemente, lo deseado-vedado por esa sensual opacidad textil ¡Sople viento sople! Es lo que mascullamos internamente a través de un rugir de candente río de hemoglobina en nuestras venas atormentadas de lujuria húmeda y masculina. Nuestras vergas galopan desbocadas y con rumbo firme, directamente al corazón de la tromba de un orgasmo escandaloso y solitario. Es la epifanía de la eyaculación, la acabada mística, el goce cúlmine y efímero, tan efímero como un bello picaflor ante nuestros ojos...como esa pollerita bamboleante, pollerita en celo, pollerita enervante. Escocia arde en tela cuadrillé mientras nosotros tocamos las gaitas henchidas que sonorizan nuestro delirio a los cuatro vientos de los cuatro puntos cardinales de esta gran orgía universal en la que cohabitamos sin tregua. Abrimos a golpes desesperados las puertas del cielo para decir: “Dadnos el averno sin arrepentimiento, que este momento de pecado ya es nuestro propio cielo”


La pollerita dobló en la esquina y se perdió de vista. El viento nos dejó ver, nos reveló el almibarado secreto de allí dentro, esa hermosa calza fucsia conteniendo la forma del culo más erógeno y perfecto de que hasta hoy podemos dar por cierto. El agua para el mate nos pareció hielo, era lógico, eramos la antonomasia del fuego. Nadie dijo nada. Nadie osó horadar el silencio. Nos fuimos cada uno a su casa sabiéndonos uno en el pensamiento.


Ya sumido en la reflexión de la noche y reflejándome un instante en el espejo de te verde digo que ese culo, sin esa pollerita, no sería mucho ya que por más culo de cuerpo entero que aquí pinte, la carne poco dice sin la insinuación y la inocencia de la núbil quintaesencia merodeado por la calle rumbo a la escuela.


5 comentarios:

Claudio Eugenio Sassaroli dijo...

En pocas palabras:¡cómo te dejó esa pendeja!..

GISOFANIA dijo...

rayos acusatorios de pedofilia se ciernen sobre este blog.....

Cameron West dijo...

viejo verde jajaja

LORD MARIANVS dijo...

Pitotetaculoconcha
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Anónimo dijo...

sin comentarios soberbia