jueves, 21 de agosto de 2008

FANTASIAS DE SUARITO

No era raro verlo a Suarito haciendo cosas raras por todos los rincones de la ciudad. Un día, un tipo que conozco lo vio soplando pompas de jabón por Pellegrini y Corrientes, pero lo raro, era que quería meterse adentro de una para volar lejos, muy lejos. Cuando éste que conozco le preguntó a Suarito de dónde había sacado esa idea le respondió que había sido de un cuento que estaba en un viejo libro que desde hacía años dormía en los anaqueles de la Biblioteca Argentina. Como era de esperarse, al rato de soplar y soplar el jabón se le terminó y se dijo "mañana compro más detergente".

Pero al día siguiente, otro tipo que conozco, aunque no tanto como al otro, lo vio a Suarito subiendo cuesta arriba por la bajada Puccio. Estaba alienado, como poseído por un congreso de belcebúes, todo transpirado, tembloroso y despeinado. Mi conocido le preguntó qué es lo que le pasaba, y dijo que venía escapando de un shogot rebelde que salió del Paraná mientras le contaba cuentos de Lovecraft a la cabeza a una mojarrita que había pescado con mediomundo. Por suerte, pareció ser que el shogot fue contenido por la Guardia Urbana y se volvió al Río, o al menos, eso le dijo mi conocido a Suarito, que prometió nunca más leerle cuentos de terror a una mojarrita aunque sí a los cangrejos, por que caminan para los costados y son medios anarquistas, según iba gritando bajo el crepúsculo mientras se alejaba de mi conocido no tan conocido.

También me contó otro, que conozco de pasadita nomás, que cierta vez un 30 de abril Suarito se fue a Buenos Aires a buscar aquel punto que contiene todos los puntos del universo, según leyó en un cuento, estaba en la cada de un tal Carlos Argentino Daneri que vivía por calle Garay, a la altura de plaza Constitución y que según Suarito, según me contó este conocido, lo había encontrado en el sótano de esa casa, pero aún así, punto y todo, no pasó por la puerta y tuvo que dejarlo ahí, de la casa lo echaron a patadas, pero él había visto en el Aleph, que lo echarían a patadas, de esa forma no le dolió tanto. A Rosario se volvió a dedo, tan solo como había ido. Ah, el Carlos Argentino Daneri, era, en realidad, otro tipo que se llamaba Luis Artacho y era un linyera que dormía en esa casa.

Ayer lo encontré yo, digamos que por el Parque Sunchales, había salido a correr y lo parado frente a la barranca tirando papel picado al aire. Me paré y lo saludé, él también me saludó, aunque no me miró por que seguía tirando papelitos y los miraba como quien espera que se haga un milagro. Le pregunté qué estaba haciendo y me dijo: "Una vez leí en un cuento que un chico, cuando no llovía, recortaba en pedacitos el papel de diario con el cual el verdulero le envolvía los huevos, los soplaba al aire, y se transformaban en nubes de lluvia. Hace meses que no llueve ¿Te diste cuenta?. Yo estoy haciendo lo que hacía el chico ese en el cuento que leí. En la biblioteca Argentina está. Quiero que llueva, hace falta, mucha falta."

Me sequé el sudor de la frente, y lo miré. Seguía tirando más y más papelitos al aire con la esperanza de que se hagan nubes de lluvia. Y le dije "Suarito, eso pasa en el cuento nomás". Ni bien dije eso, agarró de la bolsa todo el resto de papelitos y los tiró con toda su fuerza por la barranca. Entonces, al fin me miró y me dijo "En los cuentos, eso pasa de verdad", y se fue para el lado de los silos. Elongué un rato y pegué la vuelta. Mirando al sur, percibí unos cumulos nimbus, nubes de tormenta.

2 comentarios:

Cameron West dijo...

Considerese avisada/o por la presente de lo que se sabe de la reunión.... en post de mi blog.
Desde ya muchas gracias.

RAZORBACK dijo...

Parecés José Sacristan...Moños!!!