domingo, 10 de agosto de 2008

CUANDO PEQUEÑO...

Manuscrito de lo que están leyendo



Hacía experimentos con remedios vencidos en el sótano de la escuela donde vívía.


Cazaba toda clases de insectos con pinzas de depilar y los encerraba adentro de frascos.

Generalmente esos insectos eran arañas o langostas.


Me corté el dedo chiquito del pie izquierdo con un vidrio roto.


Me comí una caja de “garotos” entera que mi hermana había traído de Brasil y luego vomité toda la noche.


Andaba en bici por la calle vestido de superhéroe mi capa era una sábana floreada y usaba un antifaz. Me gustaba usar botas, por ese motivo era capaz de andar en el día más seco del año con botas de lluvia.


Le prendí fuego a un árbol ya seco que estaba de pie. En general, me encantaba hacer fuego.


Sembré ajíes puta parió y luego se los daba a mis compañeros de escuela.


Me fugaba de las clases de educación física.


Desarmaba máquinas de escribir.


Me gustaba ir a pescar sólo o con mi papá al puerto de Santa Fe.


Vivía mis tardes en la biblioteca de la escuela, me la pasaba mirando libros y fantaseaba con ser el dueño de los elementos de laboratorio que allí había.


Durante mucho tiempo disfruté grabando en un casete historias que inventaba en el momento y luego borraba para hacer otras.


Nunca tuve muchos amigos.


Vivía dando vueltas en la bicicleta por todos lados.


Cuando iba de mi abuela me encantaba jugar en baldíos y en la vía.


Era demasiado curioso (y eso no cambió)


Es que necesito escribir esto y así, conectarme con algunas cosas mías, de mí, otra vez.

5 comentarios:

Cameron West dijo...

tenemos más en común de lo que pensaba.

RAZORBACK dijo...

Asi es, Pitito..

LocaComoTuMadre dijo...

Sigo siendo curiosa.

Lady Madonna dijo...

Ya somos dos los que nos fugabamos de las clases de educacion fisica...jajajaja

Claudio Eugenio Sassaroli dijo...

Sembraste ajíes puta parió y se los dabas a los compañeritos...No me digas que a vos también te regalaron la caja del Pequeño H d P.yo ponía bombitas de olor en cabinas telefónicas y estrechaba la mano a los compañeros colocándome en la palma una hoja de ortiga del lado que no pinchaba.Y eso de andar solo por la vía...toda la niñez.
Nos regalaron el mismo juego,en definitiva.